Cada vez con más frecuencia se escucha hablar sobre las criptomonedas y los contratos inteligentes (Smart Contracts). Estos son contratos en que las partes acordan los términos tienen la capacidad de cumplirse de forma automática.
Ambos son acuerdos en los que dos o más personas (naturales o jurídicas) se comprometen a cumplir una serie de condiciones, los contratos en papel son escritos en lenguaje natural, basta con redactar los términos y condiciones en el idioma implicado. Los contratos inteligentes y los contratos convencionales contienen los mismos elementos fundamentales: consentimiento voluntario de todas las partes, el objeto del contrato (bien o servicio), y una causa justa, verdadera y lícita.
Los contratos inteligentes y los contratos convencionales contienen los mismos elementos fundamentales: consentimiento voluntario de todas las partes, el objeto del contrato (bien o servicio), y una causa justa, verdadera y lícita.
Los contratos inteligentes, son programas informáticos, su cumplimiento no se encuentra sujeto a la interpretación de ninguna de las partes, si el evento ‘A’ se cumple, entonces la consecuencia ‘B’ se efectuará de manera automática. Por lo tanto no requieren de ningún intermediario de confianza como una notaría, ya que este papel lo adopta el código informático, que asegura el cumplimiento de las condiciones por lo que se reducen costos significativos y tiempo.
La legalidad de los contratos inteligentes depende de la jurisdicción, dado que estos se escriben sobre la blockchain, que puede consultarse en cualquier parte del mundo, pero de momento se encuentran en una zona gris. Aunque el Derecho no se encuentra completamente cerrado a la posibilidad de acoger la tecnología, ya que podemos ver que en algunos países la legislación actual adoptó este tipo de contratos, por ejemplo, en algunos estados de Estados Unidos, cómo Arizona, se ha determinado que tienen el mismo estatus legal que los contratos tradicionales, y según la consultora Capgemini estos instrumentos se impondrán en la industriaen apenas tres años gracias a la eficiencia y ahorro que son capaces de proveer, lo que hace presumir, que en un futuro no muy lejano la vigencia de este tipo de contratos, dominará la escena existencial de las relaciones humanas.