Apenas comenzó febrero la Asamblea Nacional sancionó una Reforma la Ley de Impuesto a las Grandes Transacciones Financieras. El título podría resultar un poco engañoso, pues realmente se estará pechando no solo las grandes transacciones financieras, sino todas las transacciones que se realicen en divisas extranjeras y dado que la economía nacional se encuentra altamente dolarizada resulta prácticamente otro impuesto para el común de la gente.
Pero la intención o el trasfondo de la Reforma no es otro que intentar devolverle a la moneda nacional su puesto en el sistema financiero. La tarea no es fácil, y pasa no solo por la creación de este “impuesto” sino además por la recuperación definitiva del sistema productivo venezolano.
De esta forma, en menos de tres semanas, cuando la Ley entre definitivamente en vigencia, a todas las transacciones que se realicen con divisas extranjeras o criptomonedas se les cobrará un gravamen que oscilará entre el 2% y el 20%, iniciando con 3%.
El asunto es que el impuesto lo deberán cancelar todas las personas, naturales o jurídicas, por lo que mientras el bolívar no recupere su sitial, los ciudadanos pagarán más por usar el dólar que es, prácticamente, la moneda de uso colectivo. La intención del legislador es estimular el uso del bolívar, y puede resultar muy efectiva la medida, siempre y cuando se acompañe con otras que complementen su éxito. Mientras esto ocurre, seguramente los precios sufrirán la tradicional subida “compensatoria” debido a la cadena previa al consumidor final que también debe cancelar, en cada peldaño, el respectivo porcentaje.
Otra consecuencia no tan positiva para la economía con la implementación de esta Reforma podría resultar en la informalización de las transacciones para “evadir” el pago del impuesto.
Los críticos de la Reforma consideran que esta Ley podría ponerle freno al incipiente crecimiento que la economía nacional ha venido experimentando, pero sus defensores consideran que con un poco de paciencia y, claro está, un poco de disciplina, el bolívar podría salir fortalecido y con ello también nuestra economía.
Las cartas están sobre la mesa. Estimular la producción nacional y ciertamente una agenda fiscal podrían dar buenos resultados en una planificada agenda de inversión social, que como dijo el propio Presidente Nicolás Maduro cuando anunció el uso que a los recursos de este impuesto se le dará, entre ellos un aumento de salarios, sin que esto surjan de la impresión de dinero inorgánico que solo haría retroceder en el control que de la hiperinflación ya se ha logrado.